Básicamente quise transmitirles la necesidad de NO PROHIBIR, pero sí VIGILAR el uso que sus hijos hacen con la tecnología, y que por ello era muy importante HABLAR MUCHO CON LOS HIJOS sobre lo que ven y hacen con la tecnología. Mis consejos se resumieron en el mensaje de que las familias no deben ni caer en el exceso del control ni en el abandono de la función de vigilancia. Ni prohibir ni dejar hacer lo que quieran los hijos. ... Y sobre todo tener PACIENCIA, MUCHA PACIENCIA porque la adolescencia es una edad difícil y complicada. En la presentación multimedia que acompaña a este post, puede verse con mayor detalle algunos datos que aporté del uso de las nuevas tecnologías por estos jóvenes, y de las recomendaciones que sugerí a los padres y madres.
Fue una sesión altamente interesante pues asistieron una treintena de padres y madres, pero lo que más me gustó fue el alto nivel de participación en el debate que hubo, el cual se alargó más de una hora. Dichas intervenciones reflejaban que los asistentes eran padres preocupados por la educación de sus hijos, y probablemente eran los que no necesitaban la charla que impartí. Prácticamente todos coincidíamos en los mismos planteamientos. Como le comenté al subdirector de ese Instituto, lo difícil es conseguir que el otro porcentaje de padres acudan a este tipo de actos y colaboren de forma más estrecha con los profesores.
En mi intervención planteé que para cualquier joven y/o adolescente la telefonía móvil, la navegación por Internet, o la televisión digital son experiencias cotidianas y no excepcionales. Lo extraño, empieza a ser, al menos, en los entornos urbanos, encontrar adolescentes o adultos jóvenes que no poseen un teléfono móvil o no disponen un correo electrónico. De modo similar, para cualquier niño o niña en edad escolar es normal que en su tiempo libre jueguen con la Game Boy, la Play Station, o el PC, que visualicen películas infantiles bien a través de un aparato de vídeo convencional, o a través de un DVD, o que utilicen algún juguete electrónico programable. Para la infancia y juventud del tiempo actual las tecnologías de la información y comunicación no sólo se han convertido en objetos normales de su paisaje vital y experiencia cotidiana, sino también en señas de identidad generacional que los distingue del mundo de los adultos. En este sentido pudiéramos decir que los niños y jóvenes nacidos en la última década del siglo XX son la primera generación nacida y socializada bajo las formas culturales idiosincrásicas surgidas por la omnipresencia de las tecnologías digitales.
Dicho de otro modo, frente a los procesos tradicionales de socialización cultural de los niños que ocurrían a través del contacto e intercambio con otros iguales y/o adultos, actualmente este proceso se desarrolla a través de una doble vía: por una parte, la representada por las experiencias de interacción con humanos tanto en el contexto familiar como en el escolar, y por otra la representada por el conjunto de experiencias derivadas del uso de múltiples medios y recursos tecnológicos. Ello viene provocado, entre otras razones, por los cambios que se han producido en los modelos y pautas tradicionales de la familia (desaparición del clan familiar amplio, trabajo de la mujer fuera del hogar, familias monoparentales, hijos únicos, ...), y por el traslado de gran parte de las parejas en edad de procreación desde hábitats agrícolas hacia entornos urbanos donde los niños y niñas tienen menos oportunidades de jugar “en la calle”.
En consecuencia, muchos infantes se crían en un ambiente caracterizado por no tener ningún hermano con quien jugar, o como mucho uno, y en entorno vital caracterizado por el asfalto. Por ello, las distintas máquinas (televisión, videojuego y ordenador) se convierten en el “amigo” con quien jugar en el hogar. Poco a poco está abriéndose una brecha o distancia entre los comportamientos comunicativos y formas de ocio de estos niños, adolescentes y jóvenes con relación a las pautas culturales que poseen sus padres y abuelos.
En este sentido, los adolescentes y jóvenes son conscientes de que su dominio de la tecnología es un tipo de conocimiento y habilidad que no poseen muchos adultos –bien sean sus padres, bien sus profesores-. Este hecho, podemos sugerir, que es único en la historia en el sentido de que los jóvenes saben más en un determinado dominio o ámbito relevante de la sociedad actual, como es la tecnología, que sus predecesores o educadores. Esto, guste o no, supone una cierta pérdida de “autoridad” del adulto sobre el joven, y en consecuencia, representa un importante potencial de conflictos, sobre todo en la etapa de educación secundaria.
Creo que este tema es muy relevante y en próximos post tendré que ir ofreciendo nuevas reflexiones sobre las señas de identidad generacional de los adolescentes y jóvenes del tiempo actual cuyos comportamientos culturales y comunicacionales están profundamente condicionados por la tecnología digital. Seguiremos hablando de ello en las próximas semanas ...........
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